La seguridad en nuestras obras es nuestra prioridad absoluta y nuestra obsesión permanente. La empresa no puede y no debe en ningún caso ser un lugar de inseguridad para sus colaboradores. Es nuestra responsabilidad y al mismo tiempo, nuestro principal deber. Cada uno de nosotros sabe cuanto son de dolorosas las consecuencias individuales, familiares y sociales de un accidente de trabajo y debemos poner todo nuestro empeño en evitarlo.
No debemos tener ninguna excusa detrás de la cual nos podamos escudar. Nuestro único objetivo debe ser CERO ACCIDENTES.
Para progresar, cada persona debe de estar convencida que es, individualmente, la primera responsable de su seguridad y de la de los compañeros que le rodean. Tiene el deber absoluto de vigilar y de alertar cada vez que la situación lo requiera. Tiene igualmente el derecho a negarse de situaciones que pudieran ponerle en peligro. Tenemos que crear una nueva cultura donde cada uno sea actor de su seguridad.
El accidente no es nunca una fatalidad, no ocurre solo a los demás. Es a menudo el resultado de una falta de atención, de un gesto que pensábamos seguro porque lo vamos repitiendo desde hace años. Nuestros resultados en materia de seguridad se basan sobre todo sobre el comportamiento de cada uno y cada una de nosotros.
Para plantear de nuevo el problema, con coraje y lucidez, organizamos en 2008 una jornada europea de la seguridad para cuestionar nuestro comportamiento y así, hacer progresar duraderamente el conjunto de la empresa.
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